Prólogo

Relatos del Grupo Literario El Aprendiz de Brujo, Medellín

Relatos del Grupo Literario El Aprendiz de Brujo, Medellín

Imaginemos una película hecha de palabras, donde una mujer construye barquitos de papel. Sus delicadas manos retienen cuanta hoja informativa, factura o recibo, y con ese arsenal engrosa la flotilla de naves de diversos calados. Ella es un astillero fabuloso. La impulsa un sueño: lanzarlos al río cuando miles de niños la acompañen el día antes de la debacle ambiental.

Imaginemos otra película, también de palabras, en la que aparecen muchos puentes cruzando por encima y túneles por debajo de lo que era el lecho de un río, anchas y modernas avenidas por donde corren los autos regando su humo y su ruido, senderos peatonales con flores guardaparques y sillas de cemento y plástico, grandes pantallas con anuncios móviles y luminosos… y de repente a un niño se le da por mirar hacia donde se supone que corría el agua y lo que ve es sólo un cráter alargado y seco, como la inmensa cola de un lagarto milenario. El niño, entonces, saca de su morral una hoja y un lápiz y empieza a dibujar un río que supone con agua y peces y plantas y también una iguana y un pato, atendiendo lo que alguna vez le contaron sus abuelos y sus padres.

Imaginemos una última cinta en la cual se van levantando de entre las cañadas, quebradas y canalizaciones, toda suerte de fantasmas del pasado dispuestos a revivir los cauces. Cansados de la lenta recuperación del río, han decidido ponerse de pie para emprender la tarea de despojar esas cañadas, esas quebradas, esas canalizaciones y ese río, del frío adorno del cemento, hierro y demás elementos lapidarios con que se les ha amortajado. Saben ya que una sociedad que engalana para asfixiar, pierde todos sus derechos sobre las aguas y sobre los muertos. Es decir, sobre su destino. Que una ciudad que se entregue al mejor postor, por el prurito de estar siempre de fiesta, mutará en frívola, perderá su personalidad y se tornará insípida. Sus hijos yacerán aguardándola pero no llegará, siempre estará de francachela, cumpliendo la agenda impuesta. Esas sombras que brotan de entre las aguas achocolatadas, grises, negras, saben también que al final, la única “gracia” de una ciudad así será haber labrado su propia tumba, creyendo que habitaban el paraíso.

Apocalípticas películas estas, sugeridas para explorar con otros ojos lo que sucede en nuestra ciudad y nuestro planeta. Buscar las expresiones de la vida que todavía nos sonríen, pero que quizás las generaciones futuras no experimentarán si no preservamos con mayor decisión la calidez humana que desborda Medellín. Esta cruzada en defensa de nuestro patrimonio natural y cultural, no admite más que la urgente fusión de voluntades de todos los que la habitamos, sin ventajas ni recelos.

Con el propósito de inventariar la presencia de los habitantes del río y sus afluentes, como patrimonio vivo, el Grupo Literario El Aprendiz de Brujo se ha dado a la tarea, desde hace más de un lustro, de viajar por estos cauces enarbolando la curiosidad y el espíritu de aprender para plasmarlo luego en palabras. Quienes conforman este grupo saben que lo más difícil para un aprendiz es descubrir de nuevo lo que ya se sabe, y sobre esos rescoldos mantener activa la memoria y la persecución de la poesía.

Fruto de este persistente y jubiloso viaje es el presente libro, hermoseado con los luminosos dibujos de los niños de la Sección Escuela Municipal barrio Pedregal (Institución Educativa ““Fernando Botero”), vecina de la quebrada La Tinajita, y la Sede Primaria Barrio Santa Lucía (Institución Educativa “Lola Vélez”), cercana a la quebrada La Hueso. Ellos participaron en  una de las actividades desarrolladas por el Grupo en el Puente de Guayaquil, con la entusiasta animación de sus profesoras Astrid Moncada y María Eugenia Agudelo, y el apoyo del Proyecto Parques del río.

El libro, cuyo título ya pica la curiosidad, corresponde al Proyecto “Habitar el río” del Grupo Literario, que le ha valido la Beca Vigías del Patrimonio de la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín. Cada uno de los autores tendió su propio puente hacia los pobladores del río y sus afluentes, se acercó con la mejor herramienta de su asombro al personaje que habita bajo el puente, en la boca de un caño, en el recuerdo de un episodio de amor o en la batalla por sobrevivir en los lodazales donde otrora la ciudad arrojaba su basura y hoy florecen los jardines. Este libro, editado por la Fundación Arte & Ciencia, y que se suma a los cuatro publicados en años anteriores por el Grupo Literario, recoge algunos de los relatos más trabajados por los autores en su taller interior, compartidos en el encuentro grupal de cada semana. La combinación sistemática de la lectura crítica de grandes obras con el ejercicio de la escritura y la construcción de su propio Diario literario, los ha ido consolidando en su camino individual de aprendices de la vida que anhelan compartir historias.

Medellín debe sentirse orgullosa de contar en su acervo cultural con el Grupo Literario El Aprendiz de Brujo, que hoy nos entrega esta obra en la cual el lector hallará una gama de historias y personajes a través de los cuales fluye el universo del río que se niega a morir, del agua cantarina y correntosa, juguetona y serpenteante, libre y fresca como el ejercicio mismo que sus autores han desplegado para lograrla.

 

Ángel Galeano Higua – Sept 2014