Una sensación extraña *

Ángel Galeano Higua

Esta es la historia de Mevlut Karatas, vendedor de yogur y de boza… Nació en un pueblecito pobre de la Anatolia central en 1957… A los doce años llegó a Estambul, la capital del mundo…

Así comienza “Una sensación extraña” del turco Orhan Pamuk. Una dilatada historia de las migraciones en esa región del Asia, enganchadas a un puñado de personajes populares que se debaten en complejas situaciones políticas y económicas a las que se ven empujados por los poderosos. Con el telón de fondo de un golpe militar se desenvuelven historias de adolescentes que se buscan a sí mismos. El libro de más de 600 páginas y cerca de medio centenar de personajes nos atrapó antes del desayuno con el viaje que Mevlut hace a su pueblo una noche para llevarse a escondidas a su novia a quien le había escrito muchas cartas… El asunto no tendría mayor gracia si no fuera porque la chica con la que alzó el vuelo no era la de las cartas, sino su hermana, pero Mevlut, en su afán de sonsacarla en la oscuridad sin que nadie se percatara, no se dio cuenta de la suplantación. “No es tarea fácil fugarse con una chica”.

La vida de Mevlut en Estambul como vendedor de boza muestra una época en que los cambios sociales se avizoran.

Y ese empuje sostiene la atención, aunque con el transcurrir de la narración disminuye la tensión y por ende se hace difícil sostener el tono del comienzo. La aplanadora de tanto detalle, tanta descripción, tanta ida y vuelta, achata de manera paulatina la historia y uno de lector empieza a aburrirse. El libro, sin duda, es un dechado de datos, de información y sucesos más propios del periodismo que de la novela y la sombra de los personajes entra en ciertas rutinas que se pierde con la luz de una realidad que mata la ficción. Con las molestias de una traducción “españolizada” en la que abundan los “chavales” y otros modismos peninsulares, el libro se engorda, se hincha y la acción se ralentiza.

A estas horas en que lo leemos mi esposa y yo, antes del desayuno, empezamos a tirar la toalla. Al menos yo, porque ella sí continúa perseverante hasta el último renglón, aunque no muy entusiasmada al cerrarlo del todo. Estamos de acuerdo, se trata de un libro al que no volveremos más. Preferimos quedarnos con las 200 primeras páginas que pintan de manera magistral a los protagonistas y sus correrías por esas calles de Estambul tan sugestivas y ricas en matices. El vendedor de boza y yogur que le teme a los perros nocturnos a sabiendas de que por su miedo a ellos es que lo atacan. El proceso que vive de adolescente al despertar a la realidad, los tabúes sexuales y las prácticas furtivas, la relación de las generaciones y la sombra libertaria de Atatürk, nombre que tiene el colegio en que Mevlut estudia y empieza a cuestionar el orden establecido. El capítulo 18 narra el golpe militar que Mevlut se da cuenta porque las calles al otro lado de los muros de guarnición estaban vacías…

Las costumbres entre los familiares, los tíos por ejemplo, se plasman más en el poder que en la autoridad… Es interesante la narración sobre el poblamiento de las colinas de las cuales se van apoderando quienes huyen del campo atraídas por el espejismo de la ciudad…

En fin, la historia no me atrapó como creí al comienzo, por más Nobel que haya sido. Los lectores tenemos esas prerrogativas por fortuna y no hay corona que dure con los premios si un libro no lo embruja a uno. Eso fue lo que me pasó con esta obra Orhan Pamuk. Si de veras existe la reencarnación trataré de abordarla de nuevo en una de esas nuevas vidas que tendré. Es posible que me haya perdido lo mejor de “Una sensación extraña” pero ¿qué puedo hacer si no me atrae ya?

No faltará quien lance sus rayos y truenos sobre mi comentario, pero menos mal ya tengo un potente pararrayos que construí intentando leer a otros que se pasean por las grandes pasarelas.

Altamira, Mayo 2024

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  • Esta lectura la empezamos Carmencita y yo durante los años de la peste del covid y nos sirvió mucho, no puedo negarlo. Y hoy apenas me atrevo a compartir este comentario con sabor herético.