May 2022


Se fue Jairo

Jairo Chaves Pinzón – Foto archivo familiar mayo 2022

Me iba a quedar en casa de Jairo y Leo durante mi compromiso con la FILBO (Feria Internacional del Libro de Bogotá), pero el destino tenía sus cartas marcadas y pocos días antes del viaje Jairo me llamó desde la clínica para decirme lo imposible que era pernoctar en su residencia, pues le habían detectado una leucemia aguda. Me acogió Gustavo, otro de mis camaradas de la secundaria y no pudimos ir a visitarlo, estaba en cuarentena total, ni siquiera Leo o sus hijos podían entrar a verlo.
Así es la vida. En plena lucha fue abatido por una complicación en su tratamiento. Arrinconado, Jairo apeló a su buen humor, ese agudo de la inteligencia que permite batallar con optimismo.
La noche del viernes 20 de mayo se marchó nuestro hermanazo, nuestro camarada de la secundaria dejándonos un vacío inmenso, que la tristeza ni los recuerdos llenarán.

Jairo y Leo durante el Encuentro de Egresados ITD (foto archivo del Grupo, 2018)

Nos redescubrimos 50 años después de la secundaria, allá, en el Instituto Técnico Distrital “Francisco José de Caldas” de Bogotá. Y nos reagrupamos para celebrar un encuentro inolvidable en un club de la capital. Esto hace apenas 4 años, pero la chispa, ese candeleo que alimentó nuestra amistad, se avivó y profundizamos nuestra conexión a pesar de que varios del grupo vivimos fuera de Bogotá. Hemos realizado una decena de reuniones virtuales, que tuvimos la precaución de grabar porque el propósito es editar nuestras memorias, y, mi intención particular es escribir nuestra novela de juventud.
Jairo, “Chocolate”, nos ha dejado su voz, su alegría, su mirada crítica sobre el país, sobre el mundo. Lector ávido, conversador fabuloso, impenitente bailador de salsa.
Por ahora esta breve nota derramada desde el corazón para decirle adiós, Jairo, hermanazo nuestro, te fuiste adelante, a lo mejor para recibirnos en esa nebulosa donde seguiremos nuestras sesiones infinitas y alegres con Jorge, Alberto, Gustavo, Henry, José, Francisco, Jaime y Ángel.

Egresados ITD, Jairo, primero derecha a izquierda (Foto archivo Grupo)

No ser más cobardes

De un tiempo para acá he querido compartir mis impresiones como lector literario. Es un ejercicio que valoro mucho porque al tomar nota de esas lecturas ejerzo mi derecho de aprendiz a tener una mirada crítica, amable pero sincera. Hoy inicio ese postergado deseo, no como crítico de poesía que no lo soy, sino reproduciendo un poema (con la venia de su autor) que me ha llamado la atención, bien por su sencillez y por los convulsionados tiempos que vivimos, a más porque su autor es un joven de inquietudes sublimes con la palabra que se aventura por su propios laberintos. El poemario es un homenaje al escritor, poeta, periodista y fundador del Nadaísmo, Gonzalo Arango. La fuerza de «La vida en un soplo» me llega en esa honradez creadora que a veces nos parece liviana, pero que por ello mismo hurga en la herida nacional y busca explicaciones a ese fantasma que nos ronda como sociedad que no ha podido hallarse a sí misma.

Lo traza en su dedicatoria: «A todos los muertos de Colombia, que no pudieron liberar su dolor antes de partir hacia el Silencio».

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Valiente para vivir

Eddie Vélez Benjumea

Ser tan valiente
como para levantarse todos los días a vivir,
pararse con el agua inundada hasta el cuello
por el secreto que grita adentro de la nuca.

Ser tan valiente como aves sin Tiempo
para encontrar la semilla de su vuelo;
para sentir calor y descansar sus alas,
y esperar el momento grato
para no dejar de batirlas,
y no dejarse morir en el agua infinita bajo sus patas.

Ser tan valiente
como la madre que labra
desde la luna hasta el abrazo del sol.

De martes a lunes,
de arriba abajo,
quitándose el pan de su lengua
para no dejar morir al padre,
al hijo y al espíritu santo que le prometió su fe.

Ser, al menos, tan valiente,
padeciendo una fuerte inanición
y la lucha fracasada hasta la punta de los pelos.
La violencia consumada que lleva al abismo
donde nada podemos hacer.

Ser tan valiente, temeroso e inverosímil
como una luz infinita que nos promete jamás apagarse,
pero que escapa por la boca
por un miedo al Silencio seguro.

Terminar siendo tan valiente
y reflejamos en una pelea justa,
para luchar por el mérito de nuestra verdad.

Ser más valientes y, en todo caso:
no ser más cobardes.

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Del libro La vida en un soplo (o la Muerte enquistada en el pecho)
Colección Gonzalo Arango, Incógnito Editores. Pag. 30,31

Portada tomada de: https://incognitoeditores.com/producto/la-vida-en-un-soplo/